España es uno de los mayores productores de vino del mundo y el trasiego de tan preciada mercadería siempre estuvo ligada al ferrocarril desde casi sus inicios. El transporte se realizó durante décadas con fudres y cisternas, en su mayoría privadas, lo que daba lugar a que fueran decoradas con los nombres y logos de sus propietarios. La relación entre el tren y el vino se mantuvo durante un siglo, hasta que a finales de la década de 1980 se dejó de transportar vino a granel para solo transportar esta mercancía embotellada.